Alma Aguilar: “Mi hija me aporta esa pequeña islita de paz que necesito en mi vida”




Vestida con unos vaqueros, una camiseta y unas zapatillas. Así de sencilla nos recibió Alma Aguilar en su tienda- taller situada en una de las calles con más glamour de la capital, la C/ Jorge Juan en el barrio de Salamanca. “Como cualquier otro trabajador”, como le gusta decir. Con la experiencia de quien lleva diez años en este apasionante mundo pero con la inocencia de quien es tan sólo una principiante (recordemos que el pasado febrero fue su debut como solista en la Pasarela Cibeles) respondió una a una a todas las preguntas aunque el tiempo no era precisamente de oro. Reconoce que ha cumplido una de sus metas (ser diseñadora) pero no por ello ha renunciado a otros placeres como la maternidad. Desde que en 1998 decidiera dar rienda su suelta a su idea y hasta la fecha su nombre no sólo despierta interés y emoción sino que continuará haciéndolo.





Viene de una familia de artistas. Su padre es músico de jazz y su madre poetisa y pintora, pero ninguno de ellos tienen una relación directa con el mundo del diseño, excepto tu abuela que cosía y tejía de joven. En este sentido, ¿fue ella quién te inculcó la pasión por la moda?



“Pues no lo sé la verdad. Ella era modista y, gracias a que me cuidó durante gran parte de mi niñez, pude comprobar que su trabajo era algo mágico: era sorprendente ver cómo entraban las piezas cortadas en el taller y al tiempo salía la prenda totalmente terminada. Suelo decir que no me influyó porque se jubiló cuando yo tenía 10 años y hasta que empecé a estudiar pasaron muchos años”.




Llama la atención que decidiese estudiar un año de BB.AA, ¿cuál fue el motivo?



“Era lógico porque a mí me ha gustado dibujar en casa de toda la vida. Mientras estudiaba comencé a trabajar como ilustradora para una conocida revista de moda y cayó en mis manos la primera diapositiva de un desfile de Karl Lagarfeld y que debía dibujar para la revista. Fue en ese momento cuando empecé a tomar interés por la moda y me di cuenta que lo que yo quería no era dibujar profesionalmente ni estudiar BB.AA. sino dedicarme a la moda y fue lo que hice”.




¿Fue a partir de ese momento cuándo empezó su interés por el diseñador de Chanel, Karl Lagarfeld?



“No. Me gusta por muchas cosas más. Me gustan todos los diseñadores que demuestren pasión por su trabajo”.




Y con tan sólo 23 años, ¿cómo surgió la idea de crear la marca Alma Aguilar?



“Era algo que me gustaba. Aunque la verdad es que sin el apoyo de mi pareja no hubiera sido posible. Aún recuerdo las pegas que me ponían mis amigas de la universidad. Yo pensaba: si no te pones tus metas no lo vas a lograr”.




¿Cómo valora el apoyo que le he prestado su pareja?



“Sin duda ha sido el mejor apoyo. Aunque ahora ya no ayuda tanto antes hacía de todo. Él era la cabeza pensante, una oficina andante (Risas). Sinceramente fue una idea mutua; siempre ha sido algo de los dos. También me ayudó mi familia aunque esto es más de mi pareja que mío”.



Después de 10 años en este complicado mundillo, ¿cree que hay mucha diferencia entre la Alma de ahora y la de antes? ¿En qué ha cambiado?



“Pues no sé si he cambiado. En mi trabajo tengo la misma ilusión y los mismos miedos. Sé lo que quiero. Yo creo que igual habría que preguntarle a la gente que está conmigo” (Risas).



¿Qué es lo más bonito que le han dicho profesionalmente hablando?




“Hay cosas muy bonitas…Lo más bonito que recuerdo me lo dijo una clienta tras un desfile en Barcelona. Ella era de Santander pero se enteró de que yo estaba en la ciudad Condal y vino a verme. Diciéndome lo mucho que le gustaban mis prendas se emocionó…Yo no la conocía. A mí me pasa, pero que le ocurra alguien es muy especial”.



Seguro que tiene mil anécdotas que contar… ¿alguna que recuerde habitualmente?



(Risas) “Lo típico: bajar a la tienda y que nunca se dirijan a mí como Alma. O que quede con ellos y me pregunten: Hola, ¿ésta Alma?-Si soy yo. -No pero la madre. Es un privilegio porque eso me permite conocer lo que piensan de mí de primera mano. Incluso el día que empecé a colaborar con Salma Hayeek ocurrió algo parecido. Estuvimos charlando sobre la ropa y tuve que decirle que era yo porque se pensaba que era una dependienta”. (Risas)



¿Cuál es el espíritu que impregna su marca?



“Yo creo que al final lo que dice la gente: romántico, femenino,…Me sale hasta sin yo querer. Es así desde la primera colección. Me gusta trabajar mucho las prendas, hacerlas complicadas,…con la dificultad que eso conlleva para hacerlas en serie. Nostálgico, vintage. No las suelo idealizar como para que sean un objeto de deseo que no se puedan poner. Me gusta que se aprecie el trabajo que llevan”.



¿Cómo es un día en la vida de una diseñadora?



“Pues casi siempre es igual. Me suelo levantar muy temprano para despertar a mi hija, Allegra. Le doy el desayuno y, mientras mi marido lleva a la niña al colegio, yo aprovecho para tomar otro café y trabajar unos 40 minutos antes de bajar a Madrid a la tienda. Normalmente mis tareas son muy monótonas y administrativas, excepto si es temporada de colección o durante el proceso creativo. Es como cualquier trabajo”.



Fuera del taller, ¿con qué se divierte?



“Pues intento pasar el mayor tiempo posible en casa. Me encanta pasear, también me gusta ver tiendas de decoración, comprar ropa para la niña…”



El arte, como ya le he preguntado, es algo que os viene de familia. En este sentido, ¿qué ha heredado su hija Allegra de esa vena artística?



(Risas). “Muchas cosas aunque todavía es pequeña. Le gusta el arte, expresividad, dibujo, música...Es evidente que tiene un especial interés por la música. Es muy observadora y haga lo que haga tendrá un especial prisma para mirar las cosas”.



¿Qué le aporta?



“Muchas cosas. Me aporta esa pequeña islita de paz que necesito en mi vida. Me ayuda a relativizar; gracias a ella cuando llego a casa me olvido de los problemas. Me ha hecho conocerme mejor. Tengo más paciencia. La verdad es que me veo reflejada en ella. Sinceramente ahora no me imagino la vida sin ella. Muchas veces imagino el tiempo que no estaba con ella y no sé que hacía”.




¿Cómo lo ha hecho para compaginar la vida familiar con la vida profesional?



“Pues cuando tuve a mi hija pensé que iba a ser más complicado de compaginar pero la realidad del día demuestra que es fácil, que se puede hacer. Sólo hay que intentar concentrarse en lo que haces. Lo bueno es que mi trabajo me permite continuar fuera de casa y por eso estoy más tiempo con mi hija y mi pareja”.




¿Cree que la maternidad es algo tan importante?



“Aunque nunca pensé tener niños, la verdad es que me ha cambiado la vida. Ahora tu prioridad pasan a ser tu hija y tu pareja. Y después todo lo demás. Mejora tu vida. Es alguien al que educar, ayudar, enseñarle…Ha sido muy positivo”.



Cambiando de tema, ¿qué tal marcha esa colección infantil? ¿Cómo y por qué nació?



“Muy lenta pues nunca encuentro tiempo para terminarla aunque ya hay algunas clientas que tienen prendas nuestras. Nació hace dos temporadas y fuimos sacando primero dos prendas, luego seis,… Oficialmente no la hemos comercializado…pero lo haremos para el próximo verano. La verdad es que me vi obligada por la niña. Muchas veces me preguntaba: ¿qué le compro? Y me di cuenta que quería mi ropa pero en tamaño mini: lo justo de femenina, justo de infantil,…pero que no fuera repipi.



A su juicio, ¿qué considera que le falta a la moda española para poder ocupar un puesto de prestigio a nivel internacional?



“Nos falta confianza en nosotros mismos. Tendemos a darle más importancia a lo que se hace fuera y no nos damos cuenta de que lo que se hace dentro está bien. Yo misma cuando veo una prenda parecida a otra que tenía en mente la descarto y yo no le he copiado…Tenemos que sentirnos más seguros. Y olvidar eso de que cuando seas X fuera volverás aquí siendo más importante”.




No se puede negar que hoy en día la anorexia es una enfermedad bastante extendida entre la juventud, principalmente, en muchos casos influidos por el mundo de la moda.



“Pues no somos los culpables. Influyen de igual modo todas las corrientes de tendencias como el arte, cine,… no sólo la moda. No sé cual es el origen pero sí sé que tiene los días contados el hecho de reflejar una mujer tan extremadamente delgada. Lo negativo es pretender ser como una modelo, que es lo extraño que da la raza humana, porque a lo mejor tiene la misma talla que tú, una 38, pero tiene las piernas largas, cuerpo delgado,… y eso se nota. Lo que hay que cuidar es que tenga un aspecto saludable. También las tiendas deberían quitar muchos maniquíes porque si las midiésemos tendrían la masa corporal de una anoréxica”.



Al respecto, y volviendo al principio, a la admiración que siente por el diseñador Karl Lagarfeld, es necesario que hablemos sobre la polémica relación con la tienda de ropa sueca H&M. En noviembre de 2004 realizó una colección para la misma a un precio bastante asequible. Sin embargo, a los pocos meses el diseñador rompió el contrato con la firma porque habían fabricado la ropa hasta la talla 46 y que jamás volvería a diseñar nada para más de una 40. ¿Qué opinión le merecen tales declaraciones?



“Hombre creo que sus declaraciones están sacadas de contexto y que no se le dio la opción de decir nada al respecto. Yo creo que cuanta más gente vista tu ropa mejor…aunque bueno rompo una lanza en su favor. Creo que conceptuó el diseño en base a unas tallas y al hacer las prendas más grandes entendió que sus diseños podrían perder las proporciones. Yo, mismamente, sólo tengo hasta la talla 4, entre otras cosas, porque no tengo infraestructura para ello. Lo bueno es que el trabajo a medida si me permite hacer más cosas”.



Siguiendo con el tema, ¿qué opinión le merece el nuevo tallaje que se quiere implantar desde Sanidad?



“A mí no me vale. Esperemos que al final llegue a buen término aunque yo creo que no va a funcionar. A mi juicio, sería más práctico el lograr que todos llamáramos a las mismas medidas del mismo modo, como el número de pie. Es que al final hay gente que se puede quedar fuera de esos tres cánones. Es injusto para ellos porque el hecho de que no tengas el cuerpo de la mayoría no quiere decir que no existas”.




Pregunta obligada. ¿Qué opinión le parece el programa Super Modelos?



“Pues en general bien. Participé con un mini-desfile en la recta final de la segunda edición y nos trataron fenomenal. Está bien porque permite dar a conocer a la gente por otros canales distintos tu trabajo, y porqué no, crean afición, que bien le viene a la moda!”.



¿Es realmente la moda un mundo tan frívolo?




“Para nada. Un desfile, que sería lo más glamouroso, dura 15 minutos y se hace cada seis meses. Todo lo que no sea desfile es trabajo día a día con tu gente. Como otro trabajo”.



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